En El crimen de Lord Arthur Saville, Oscar Wilde una vez más hace un retrato de la hipocresía y la superficialidad de la sociedad victoriana en la que vivió y que tan bien conocía. El apego a las supersticiones de moda genera en el protagonista de esta historia una obligación frente a la cual no hay reparos morales. El asesinato se convierte entonces en un trabajo, que no genera incomodidades de conciencia, ni responsabilidad por sus consecuencias. Con su infaltable cuota de ácido humor y solapada ironía, el autor pone al descubierto conductas humanas que traen al centro de la discusión los valores que las sustentan. Las sociedades, en definitiva, son los hombres que las conforman y sus acciones. | K. E
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