Estos son los cuentos que Horacio Quiroga les contaba a sus hijos pequeños para recordar los días llenos de maravillas y aventuras que habían compartido en el paisaje, tan querido para él, de la selva misionera. Por sus historias desfilan la lealtad conmovedora de la tortuga gigante, la picardía risueña del loro pelado, la tierna amistad de los cachorros de coatí y los cachorros de hombre, junto a toda una galería de personajes inolvidables. Cada vez que volvemos a recorrer las páginas de estos Cuentos de la selva, en los distintos momentos de la vida, redescubrimos ese territorio único donde la sabiduría, el respeto por la naturaleza, la profundidad y la sencillez conviven en perfecta armonía.
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