Hay historias de amor que mueren y se olvidan, pero hay otras que perduran y con el tiempo se resignifican. Hay muertes que también se olvidan, pero hay otras que nos persiguen reclamando eternidad. Y aunque nos parezca imposible tal coincidencia, en ocasiones el amor y la muerte se encuentran y tal circunstancia hace que sus protagonistas lleguen a esa ansiada eternidad. La muerte es siempre la misma, inexplicable, oscura, insondable; en cambio el amor, a pesar de resultar inefable, es transparente y se manifiesta de mil modos diversos: amor de hombre, amor de mujer, amor de madre, amor por un ideal. Amor, tan solo amor que nos hace decir “y morirme contigo si te mueres”.
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